Thursday 29 December 2016

San Diego - LA - Copenhagen - Madrid - Oviedo

La alegría de volver a casa por navidad. Esa alegría casi queda eclipsada por la odisea que supone hacer el viaje. Todo empieza en San Diego, donde los vuelos comparativamente son mucho más caros que en Los Angeles, esa ciudad a menos de 100 millas al norte en la que mucha gente cree que vivo. Esa ciudad a la que evito tanto como puedo, pero que luego cuando visito no lo paso tan mal – a no ser que vaya a Hollywood, que es el peor sitio del universo y es insalvable, como ya he repetido en ocasiones anteriores. El transporte público ya sea dentro de la misma ciudad o entre pueblos contiguos apesta o es inexistente, por lo que el periplo de ir desde San Diego a LA en otra cosa que no sea en coche, es poco menos que inconcebible. Así que alquilé un coche para hacer la ruta de ensueño en la que siempre, siempre hay tráfico, aunque conduzcas el día de Acción de Gracias a las 6pm – cuando todo el mundo se supone que debería estar en coma post-pavo. La combinación de autopistas I-5 y I-405 norte te brindará no solo con trafico si no con conductores cuya principal actividad es hacerse selfies, asegurando así un nivel de conducción irresponsable digno del GTA.
Lo de los coches de alquiler está bien, son relativamente baratos y sin duda llevan menos tiempo y agotamiento psicológico que tomar un bus – además, por supuesto, no existe un transporte directo de San Diego a LAX (aeropuerto internacional de LA). El problema es que la falta de familiarización con el modelo de coche me hizo tener que LEERME LAS INSTRUCCIONES para saber dónde estaba el botón mágico que abría el maletero o el depósito. Mi vida está llena de emociones inesperadas.
Ya en la ciudad de LA, lo primero que hice una vez en el aeropuerto ya facturada y pasada la línea de seguridad – la cual fue asombrosa y anormalmente rápida y libre de contratiempos – fue gastarme $30 en un burrito de pescado de lo más mediocre y una cerveza que seguramente era una PBR (NdT: equivalente de Mahou en USA) pero re-etiquetada como algo mas fancy. Gracias, LAX. Encima todo me dio gases.
Lo guapo era la escala de 5h, que al final se quedaron en 4 muy justas, que me esperaba en el aeropuerto de Copenhagen. Pensaba ir paseando atravesando un polígono industrial hasta el acuario, que al parecer se encuentra a 20 minutos a pie. Pero al llegar a la capital danesa, la oscuridad y el frío me quitaron la idea. Estaba segura de que si me aventuraba a ir al acuario acabaría asesinada por algún vampiro escandinavo, como nos enseñó Let the right one in. En lugar de eso, me senté a leer y escribir (en el WhatsApp). Aprendí que los daneses son muy poco receptivos al humor.
Un total de 20h netas viajando, hora y media de retraso en el primer vuelo, 4h de escala y 4h de espera en LAX, hace un total de muchas horas con la circulación a medias en las piernas. Claro que esto solo me llevó a Madrid, con lo que me quedaban aun varias horas de esparcimiento en la capital patria para acabar cogiendo un tren a las 17h del día siguiente  y dormitar en Renfe hasta que, por fin, llegué a mi antiguo hogar donde me esperaba una tortillaza de patata (y la familia y tal). En total, 41 horas después de haber salido de San Diego.
Sobrevolando Groenlandia.

En realidad, ha sido un viaje bastante aburrido, no he hablado con nadie interesante ni nadie se ha sentado a mi lado para contarme algún trauma infantil. Se nota que estoy viajando en época navideña, ergo los que viajan son potencialmente europeos que vuelven a casa para celebrar y reunirse con familiares con los que no hablan el resto del año. Y es que no os voy a engañar, normalmente los que dan juego y drama son los americanos, que para eso son los dueños y culpables de Hollywood. Espero que el viaje de vuelta tenga más chicha. Por lo pronto, existe la ínfima posibilidad de que me quede tirada en LAX a lo Tom Hanks con la re-entrada a USA vetada, por cierta sospechosa irregularidad a la cual los responsables de inmigración de mi trabajo no le han dado importancia.
Ya os contaré. Por si acaso, llevaré muda limpia y un libro de colorear.

Elen



Wednesday 9 November 2016

No ye broma

No es ninguna broma.

A estas alturas todo el mundo sabe lo que ha pasado y lo desastroso que el 2016 ha resultado – aunque todavía hay tiempo pa cagarla un poco más. Hemos fallado como sociedad. A lo grande. Otra vez.

Esta mañana vine a trabajar a las 7:30am porque así lo requería el experimento. Aunque lo que me apetecía era quedarme en la cama y dormir durante una semana, non stop. Miré el teléfono, las cosas seguían tal cual las había dejado a la 1:30am cuando me fui a dormir. Trump seguía siendo el ganador. El Senado y la casa de representantes seguían siendo republicanas. Seguíamos condenados.

Lo surrealista es que el voto popular lo ganó Hillary. Es decir, la mayoría de la gente votó a Hillary, pero cómo el sistema funciona – con esto en España estamos más que familiarizados – no es el que se lleva más votos el que necesariamente gana. Porque eso lo decide un organismo que se llama Electoral College, que reparte los votos electorales (que dependiendo del estado, tendrán más o menos, con un mínimo siempre de 3).



No es ninguna broma. Había gente llorando en el trabajo, hay gente preocupada, hay gente asustada, entre la cual me incluyo. Algunos creeréis que estoy exagerando. Pero llevo recibiendo mensajes desde primera hora de la mañana de gente que solía decirme “Don’t worry, you’ll be fine” para ahora darme poco menos que el pésame. ¿Alguna vez habéis vivido en un país en el que formarais parte de un sector de la población vulnerable? Ahí es donde me encuentro yo ahora mismo, por partida doble. Por ser mujer y por ser inmigrante. Tendré que sentirme aliviada de ser blanca. Tan mal como suena.

No quiero ser alarmista. Trump ha dicho muchas chorradas que no se van a llevar a cabo por el simple hecho de que son anticonstitucionales y en contra de los derechos humanos. ¿Construir un muro entre dos naciones? ¿Prohibirle la entrada al país a alguien por su religión? No, esas barbaridades no son el problema. El problema son los puntos de su programa que quizás entre la vorágine de estupideces y calamidades que ha ido soltando por la boca durante la campaña han pasado desapercibidos pero son totalmente factibles. Porque al final estas elecciones han estado totalmente dominadas por los medios de comunicación (ya fuera la TV, los memes, las pijadas de social media…). Nos hemos dejado manipular, como siempre.  

Puntos a saber:

1 – Disney despidió trabajadores Norteamericanos para traer mano de obra del extranjero bajo visados de trabajo H1B. Resultaba que era más barato traer a estos trabajadores que tener que pagar a un local, por razones que se me escapan. Esto puso el programa de visados H1B en el punto de mira, pues parecía obvio que no debe de estar muy bien diseñado si sale mejor que la empresa se traiga a alguien del otro extremo del mundo que contratar al vecino de Anaheim. Trump ha prometido revisar dicho programa. Esa revisión puede tener consecuencias catastróficas. Ese programa de visados era mi siguiente paso en 2019. Ese era el tipo de visado que tendría que solicitar para poder quedarme aquí más tiempo y al final, solicitar residencia permanente (pues es más fácil y factible hacerlo desde un visado H1B que desde un visado J1 que es el que actualmente tengo). También propuso en su momento dejar de aceptar solicitudes de green card  (residencia permanente) a trabajadores extranjeros (yo) para poder contratar en su lugar a desempleados nacionales. Así que solo me queda ser absolutamente indispensable en mi campo para justificar la necesidad de EE.UU. de quedarse conmigo. Pan comido.

2 – Trump quiere retirarle los fondos a Planificación Familiar (Planned Parenthood) porque son “fábricas de abortos”, entre otras cosas. Como bien sabéis, el sistema sanitario aquí no es nada fácil si no tienes trabajo y/o ingresos. Cerrar Planned Parenthood solo significaría empeorar las cosas hasta límites insospechados para mucha gente. Se ha declarado pro-life (en contra del aborto) en varias ocasiones, incluyendo en los debates presidenciales, dejando a las madres que abortan como poco más que monstruos sin sentimientos. También dijo en su momento que las mujeres que abortan merecen “algún tipo de penalización”. Sinceramente, no creo que lleguen al punto de castigar a las mujeres que aborten, pero veo factible que intenten prohibir el aborto y volvamos a tiempos tan entretenidos como en los que la gente tenía que irse a Tijuana a abortar – cosa que ya ocurre con ciertos procedimientos médicos que la gente, simplemente, no puede permitirse ($$$$).

3 – En vista del gobierno hardcore Republican que se ha formado, podemos esperarnos, como viene siendo lo normal en dicha situación (la experiencia les ha enseñado a mis colegas científicos que un gobierno republicano trae recortes en la financiación procedente del NIH, National Institutes of Health), una importante pérdida en financiación a la ciencia. Como española, estoy curada de espanto. Pero no me vine a EE.UU. para sumirme en una situación igual de penosa que la que dejé atrás, tan pronto pude.

Creeréis que estoy exagerando, pero la situación es tan mala como parece y sí, tengo que replantearme muchas cosas. Tendremos que esperar a ver a quién elige como secretario de estado, lo cual puede ya completar el horror. Entonces ya podremos empezar a bajar los botes salvavidas.

Pero os animo a que os enteréis de lo que está pasando en realidad y no os limitéis a informaros a través de memes o cosas que la gente como yo postea. Formaos vuestra propia opinión de la situación. Yo la mía la tengo clara.

No es ninguna broma.



Aunque puede que al final todo salga bien.

Elen

Tuesday 8 November 2016

Sin título

Octubre, aunque repleto de anécdotas, ninguna ha sido tan fascinante como para rellenar más de un párrafo, suele ser un mes flojo. Mes flojo, post flojo. Así que voy a resumiros lo que ha acontecido digno de mención en este último mes, a pocas horas de que el país sea posiblemente tomado por un energúmeno caricaturesco con principios de demencia.

He estado trabajando una media de 12 horas diarias. Ha llegado ese punto en el que paso más tiempo en el trabajo y en el coche que en mi apartamento. Quizás por eso el  segurata del parking del trabajo se haya mostrado especialmente interesado por mi situación marital y empiece a perfilarse como el protagonista en potencia de una película de antena3 del sábado.

He visto a varias bandas de mi bucket list – Rocket from the Crypt, Daughters, Loma Prieta – gratis, gracias a la generosidad de otras personas. También he visto a Kathleen Hannah, a la cual creí que no vería nunca en directo antes de morirme. Entre canción y canción puso de manifiesto unos cuantos puntos muy interesantes sobre su tema favorito, el feminismo. Entre otras cosas comentó situaciones tan familiares como el hecho de que todas/os tenemos ese amigo que cree que es gracioso insultar a una mujer llamándola zorra (o sinónimos) sistemáticamente. Pista: si no te das cuenta de qué amigo es, es posible que sea porque eres tú. O como hoy en día la discriminación positiva se nos está yendo de las manos  hasta llegar al punto de incluirnos porque es lo políticamente correcto y no porque de verdad importemos (i.e. invitaciones a conferencias en las que tienen que llegar a un mínimo de presencia femenina para que no les tachen de machistas). No me voy a poner en plan predicadora, pero si no entendéis por qué esas dos cosas necesitan arreglarse, igual es porque sois parte del problema (como se suele decir).

He fermentado mi propia cerveza en casa. En general, no lo recomiendo. Me parece mucho más cómodo ir al super y (por un precio más bajo) conseguir la cerveza que quiero, la cual va a saber exactamente cómo me espero. Pero como experiencia no estuvo mal, más que nada porque el kit cervecero fue un regalo de cumpleaños. Pero creo que con el ganchillo ya tengo cubierto el cupo de DIY y crafts en mi vida.

Le regalé una mochilita al ganador del premio Nobel de medicina y fisiología de 1977. Fue durante el día de retiro del trabajo, a la orilla de la playa, en donde también me dieron una mención de honor al poster que presenté con mi investigación. Estoy segura de que fue por la exquisita combinación de colores que elegí para representar la estadística.

He tenido bastantes conversaciones sobre política, azuzadas por el circo que han supuesto los debates presidenciales. Lo que a su vez me ha instado a disenar un plan de escape sin fisuras que consiste en una huída clandestina dirección a Vancouver en mi coche, previa sustitución de la matrícula y cambio de aceite, cargada con mis vinilos, mi hámster, el ukelele, y mis legos. Regalaré mi suscripción a netflix a la primera persona que me hable en el autobús la semana que viene, cuando lo tome en dirección a downtown San Diego para asistir a la mayor conferencia anual sobre neurociencia del mundo (la cual tiene lugar en el convention center, mismo emplazamiento de la ComicCon). Allí buscaré potenciales laboratorios en los que pueda empezar a trabajar en neurociencia del comportamiento, bajo un nuevo nombre: Doctora Kelly McJingles.

Me hice amiga de un matrimonio de testigos de Jehová que encontraron tremendamente interesante mi historia de apostasía, pero que no les impidió evangelizarme sobre cómo la única solución para paliar el dolor es Dios. Les insistí en que la respuesta no era Dios, sino la neurociencia. Lejos de contradecirme, me invitaron a que me uniera a alguna de sus reuniones en el barrio. No lo descarto, pero antes les prometí a los cienciólogos y a los born again Christians que me pasaría por sus respectivos guateques. Así que los testigos de Jehová se quedan en lista de espera.

También me hice un tatuaje nuevo porque mi tatuadora estaba de visita desde Hawaii, una gaviota me cagó en la nuca mientras tomaba el sol y he descubierto recientemente que el bedel del trabajo, aunque nunca responde a mis saludos mañaneros,  lleva perfecta cuenta de las veces que me he cambiado de color el pelo.

Con Halloween formando ya parte del pasado y un nuevo Thanksgiving aproximándose, ya no queda mucho del 2016 y menos pa volver a Asturies por navidad, a ejercer mi vegetarianismo locacional y ponerme hasta les tetes de pitu caleya, gambas, mazapanes y turrón.

Elen

Sunday 18 September 2016

Chicago, no el musical

Viajar sola tiene muchas ventajas que compensan las (absurdas) desventajas que se presentan. Alguna de esas (absurdas) desventajas es que, automáticamente, la gente va a asumir que tu vida corre más peligro que si viajas con un grupo de amigos o amigas o incluso que un hombre viajando solo. Personalmente, he pasado más miedo en algunos viajes cuando iba acompañada de subnormales que no saben reaccionar ante ciertas situaciones. Todo es relativo.

Pero hablemos de la mejor ventaja que supone ir a tu bola. Conoces a mucha, muchísima más gente que si vas en compañía. Sí, quizás conozcas algún que otro perturbado, pero esos también aportan mucha calidad al anecdotario de un viajero. Así, mi primera noche en Chicago, debido a la hora a la que llegué, decidí pasarla en el bar más cercano a mi AirBnB. Allí conocí a un trabajador social dedicado a adolescentes con autismo y a un trabajador de un servicio de mudanzas que creía que San Diego estaba en Florida, había estado dos veces en la cárcel por “delitos sin importancia” y se entretuvo presentándome a sus amigos como su prima “la Estefani” que venía a visitarle desde España. A tan animada conversación también se unió el bartender, natural de LA y residente en Chicago. Todos se fueron de allí sabiendo lo que eran los astrocitos y los problemas de la neurociencia actual. La visita a Chicago empezaba bien. Volví al AirBnB con la firme intención de descansar profundamente, a pesar de que el tren pasaba a 4cm del apartamento y que la nevera del anfitrión estaba llena de una cantidad anormal de agua de coco, lo que me hacía pensar que algún oscuro secreto se escondía tras tal aparente adicción.

El día siguiente fue puramente turístico: Millenium Park, con su “cloud gate” (aunque todos la llaman “the bean”), Michigan Avenue con sus rascacielos que me ponían cara de Paco Martínez Soria, el río Chicago que desemboca en el Lago Michigan, protagonista de tanto peliculones de Antena3 los sábados después de comer, actuaciones callejeras en las que me tomaron como “voluntaria” para que un tipo me saltase por encima (a mí y otras tres personas en fila). Nadie resultó herido… También fui en un tour gratuito a pie, los cuales os recomiendo si vais a visitar alguna ciudad que los ofrezca. Nuestro guía fue Jeff. Un buen tipo este Jeff, que se sabía anécdotas e historias sobre muerte y destrucción en Chicago bastante entretenidas. Además, me sugirió cándidamente que buscase un tipo para casarme y así poder quedarme indefinidamente en USA. El día lo acabé en Chinatown, que es más o menos como todos los Chinatown que he visto hasta ahora, pero había un bar al que fui recomendada por un amigo, donde vi un grupo parecido a Jimmy Eat World y otro grupo en otra sala parecido a Motorhead.

El lago Michigan. Es bastante grande.

Riverwalk. La torre Trump en la orilla del río Chicago. Al parecer, Donald ha dicho que si gana las próximas elecciones, se llevara el letrero TRUMP para ponerlo en la casa blanca. Keep it classy.


Cloud gate o the bean, en Millenium Park. Lleno de turistas a todas horas.
La fuente Buckingham en el Millenium Park.
El día siguiente lo pasé con mi amigo ex-residente de San Diego y oriundo de Chicago que me llevó por todos los sitios importantes, tales como el túnel donde se rodó no se qué escena de la película de Batman de Christopher Nolan en la que sale el difunto Heath Ledger (efectivamente, no voy a molestarme en googlear el título completo de la peli). El túnel se llamaba Lower Wacker,… o algo así. También vimos el campo de baseball más antiguo de USA (o eso me dijeron), Wrigley Field, y acabamos comiendo inadvertidamente en la esquina donde ocurrió la masacre del día de San Valentín tras un fallido intento de ir al sitio de moda a comer Chicago-style pizza o también conocida como deep-dish (juraría que es lo mismo). Lo más gracioso puede que fuera cuando esa noche fuimos a un concierto, llegando tarde y perdiéndonos a todos los grupos que queríamos ver, pero llegando justo a tiempo para ver, por enésima vez, a Retox, no sin antes convencer al cantante de que no me dedico a perseguirle (aunque no parecía muy convencido). Conversaciones sobre estreñimiento durante las giras con el bajista de Retox fue, probablemente, el highlight de la noche.

El teatro donde mataron a Dillinger.
El día siguiente, a pesar de que fue lunes, no fue una mierda. Me pasé 3 horas en el Field Museum donde aprendí que ese día desde las 8am ya se habían extinguido 16 especies en el planeta y que estamos en la sexta extinción que ha sufrido la Tierra y es exclusivamente culpa nuestra. Lo malo es que estos apocalipsis llevan millones de años completarse, así que a lo mejor no vivo para ver el fin del mundo. Una decepción más. El resto del día lo empleé para visitar todos los puntos famosos que tenían alguna historia que ver con la mafia, como el teatro donde el FBI disparó y mató a John Dillinger, el más buscado por aquel entonces. También cené en el pub inglés de enfrente cuya fama reside en las leyendas de que está embrujado, pero no sentí ninguna presencia extraña. Y eso que me permitieron dar vueltas por el piso de arriba y el almacén a ver si me poseían o algo. Pero nada. No iba a tener tanta suerte. Lo más sobrenatural fue la presencia de uno de los asiduos del bar que era IGUAL que Joaquín Luqui. Me aseguré de que no era yo la única que lo veía. Por lo menos el bartender me estuvo dando consejos para mi hipotética futura mudanza a Chicago y algunas direcciones de bares de Jazz en los que Al Capone y sus colegas iban a jugar al “yo nunca”.

Chicago skyline desde Millenium Park. Lago Michigan a la derecha. No se aprecia en la foto, pero había UN MILLÓN de libélulas bailando por ahí. Aterrador.

Chicago y el lago Michigan desde el piso 95 del rascacielos John Hancock Center, en la llamada Magnificent mile. Casi como en La Jirafa en Oviedo, oyisti?

En resumen, Chicago es una ciudad maravillosa, la gente del Midwest es muy genial, graciosa, simpática, directa y sin contemplaciones. Y esto también es aplicable para todos esos trasplantes del Midwest que ahora viven en California, seguramente haciendo de este estado un lugar mejor y contribuyendo a que el tráfico sea horrible. Porque hay que ver qué mal conducen en Chicago.

Chicago, I love you.

Elen

Thursday 25 August 2016

Burros y elefantes

Hoy, mientras esperaba a que me lavasen en profundidad el coche (porque de la mierda que tenía ya se hacía difícil conducir de noche) decidí poner mi tolerancia a prueba, viendo la comparecencia de Donald Trump en New Hampshire. Como Donald acertadamente señaló, estamos a 74 días de las elecciones a la presidencia de USA.
Puede que sea porque nos hacemos mayores, porque no tenemos nada mejor en qué pensar (o porque las otras opciones son demasiado dolorosas) o porque la situación es tan absurda que hay que comentarlo, pero cada vez me veo envuelta más a menudo en conversaciones sobre política. Y es que la situación política actual estadounidense (la mundial, en realidad) es surrealista.
Pero ni siquiera voy a hablar de asuntos serios como las acusaciones a Trump de asociarse con supremacistas blancos, del escándalo de los e-mails de Hillary Clinton o de la existencia de otros partidos (hay vida más allá de los republicanos y los demócratas pero a nadie le importa). Voy a explicaros la política estadounidense tal y como yo la entiendo*.

Cuando las primarias se fueron desarrollando, me daba la impresión de que, al menos en España, no se sabe muy bien lo que son. No culpo a los medios, muchas veces demuestran sobradamente que ni siquiera entienden cómo funciona nuestro sistema político patrio, así que no vamos a pedirles lo imposible. Y honestamente, yo tampoco tenía mucha idea, pero me daba igual. Hasta ahora.

Para empezar, has de saber que si quieres votar (asumiendo que tienes derecho a voto, no como yo) lo primero que tienes que hacer es registrarte. Registrarte no consiste simplemente en ir e informar a las autoridades pertinentes que ya tienes la edad legal para ejercer tu derecho, si no que también eliges cómo quieres registrarte: republicano o demócrata (asumo que habrá otras opciones pero aquí son muy fans del bipartidismo, así que todo lo demás no importa). Supongo que puedes cambiar esa opción en cualquier momento, pero no estoy segura, pues puede que se trate de un trámite tan doloroso e impredecible que nadie lo haya intentado antes. El caso es que registrándote en ese partido, luego en las elecciones primarias (si son cerradas) ya no te queda otra que votar a dicho partido (o no votar en absoluto si es que el candidato es vomitivo y a tí aún te queda sentido común). Si las primarias son abiertas, puedes votar a quien te salga, independientemente de tu afiliación.

Las primarias fueron aquellas “elecciones” que van estado por estado. Muchos titulares que vi en los periódicos españoles hacían creer que Trump estaba ganando a Clinton o Sanders, o viceversa. Pero las primarias no son una competición directa de Republicans versus Democrats. Por ejemplo, cuando Trump ganó en New Hampshire (un estado pequeñito al noreste del país), también ganó Sanders. Lo que significa que los ciudadanos [registrados] republicanos residentes en New Hampshire eligieron a Trump como potencial candidato, mientras que los ciudadanos [registrados] demócratas eligieron a Sanders. Sanders ganó dentro del partido Demócrata por mucho más margen que Trump dentro del partido Republicano, pero eso no quiere decir que Sanders le llevara ventaja a Trump. Pensad en las primarias como unas elecciones internas dentro de cada partido

Las primarias sirven para que de cada estado se elijan unos representantes (a.k.a. delegados) que irán a la convención del partido a votar por el candidato que quieren que se presente (y represente) en las elecciones generales. Siguiendo con el ejemplo de New Hampshire, este estado enviaría delegados simpatizantes de Trump a la convención Republicana, y delegados simpatizantes de Sanders a la Demócrata. Dicho todo esto, las primarias no son necesariamente vinculantes, lo que significa que, después de todo, los partidos pueden pasarse por el forro lo que el pueblo haya elegido, y escoger los delegados ignorando los resultados de las primarias.

Luego está el curioso tema de los caucus, concepto que he aprendido muy recientemente. Ciertos estados en lugar de tener primarias tienen estos llamados caucuses que yo me los imagino algo así como un cónclave con los más ancianos y ¿sabios? de la región. Mucho me temo que son más anodinos de lo que me imagino, pero la idea es que se elijan los delegados directamente (los cuales pueden abiertamente declararse a favor de alguno de los candidatos o no). El criterio para elegir es escoger a aquellos delegados que mejor representen los intereses del estado, lo cual parece obvio pero que en política al final no se practica tanto. Cualquier votante registrado en el partido puede ir a dicho evento, el cual estoy segura lo hacen lo menos atractivo posible para que la gente se quede en casa y deje de dar por **** con tanta democracia (nótese el sarcasmo).

La forma de asignar delegados también difiere entre el partido Republicano y el Demócrata.
Este último envía delegados simpatizantes del candidato que sea, en proporción a los votos que dicho candidato haya recibido. No sé exactamente cómo hacen el cálculo pero seguro que no es tan simple. En el caso del partido Republicano, cada estado tiene la opción de hacer lo mismo (asignar delegados proporcionalmente) o llevar a cabo el winner takes it all, o lo que es lo mismo, el candidato con mayor votación se lleva a todos los delegados.


Tomado del New York Times, ese periódico.

Este año la convención Demócrata fue en Philadelphia, Pennsylvania y la Republicana (que recordareis gracias al ridículo de Melania Trump) en Cleveland, Ohio.
En dichas convenciones, entre discurso y discurso de celebrity, los delegados decidieron los candidatos que representarán su partido, y que como bien sabéis, esta vez son Donald Trump por el partido Republicano (también llamado GOP entre otras cosas) y Hillary Clinton por el Demócrata.
El panorama es desolador. Todo este viaje ha sido un shitshow en toda regla, y como bien dijo Donald, aún nos quedan 74 días.



Aún me quedan muchas, muchas dudas por resolver, pero he descubierto que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses tampoco saben muy bien de qué va la movida. Tal y como nos pasa a nosotros en España (la investidura ¿bien?). Así que tendré que seguir informándome o seguir acostumbrándome a no saber qué pasa.

STAY OBLIVIOUS!


Elen



*Es posible que erróneamente, pero la información que he recabado hasta la fecha me basta para involucrarme en conversaciones de política.

Monday 1 August 2016

Mito versus Realidad

Todos los países tienen sus tópicos y puede que US sea uno de los que más acumula y más universalmente conocidos son. Por lo menos es un país que (casi) todo el mundo sabe situar en el mapa o que Donald Trump puede que sea su próximo presidente (shame on you, US. Shame on you). De todas formas, no voy a hablar de eso aún, porque aún estoy tratando de comprenderlo.

Pero, ¡oh! ¡Los tópicos! ¡Las generalizaciones indebidas! ¡Los cimientos del “hablar sin saber”!
Me he pasado los últimos dos años desmintiendo muchas de las ideas preconcebidas sobre US y sobre los estadounidenses, que, incluso yo misma, me tragué en su día. Algunos han resultado ser ciertos.

MITOS

Los coches son baratísimos. “Cómprate un híbrido”: Bien, bien,... Los coches son tan caros como en Europa. Independientemente de que sean hechos en US, en Japón o en el pueblo de tu tío. A no ser que estés conforme con un coche con más de 100,000 millas y de la época de los New Kids on the Block, en cuyo caso, sí, el precio será de unos $2,000. Y sí, hay muchos híbridos circulando por aquí, pero hay muy pocos disponibles de segunda mano. Y por supuesto, son más caros.

“Pagarás muy pocos impuestos, como no hay servicios públicos…”: Pago unos impuestos tan altos como los que pagaba en UK. Los impuestos son altos, como en Europa. Cierto es que no tenemos sanidad pública, ni educación gratuita, pero emplean los impuestos en otras cosas, como guerras o mantenimiento de las autopistas de nueve carriles que tienen por aquí.

Comer bien es imposible, todo el mundo es obeso y diabético: Pero tampoco es que todo el mundo sea como lo que nos enseñaban en los Vigilantes de la Playa (qué calidad televisiva la de los 90). Comer bien es muy fácil y si sigues alguna dieta especial (vegetariano, pescatariano, sin gluten, vegano, sin lactosa, paleo) salir a comer por ahí no es misión imposible. También es verdad que vivo en California, y no sólo en California, sino en San Diego, así que no es representativo del resto del país. Comer bien es posible… si tienes dinero (¡¡sorpresa!!). El supermercado es considerablemente más caro que en España (aquí no hay Mercadona, por si pensabais…) pero si te alimentas de perritos calientes envueltos en tortitas de arándanos, es posible que puedas llenar un carrito por menos de $50. Es decir, la comida basura, tanto en el súper como en las cadenas de restaurantes, es ridículamente barata. Ahora prepárate a pagar la fruta como si la trajeran de la luna.

Foto real, tomada en el súper del barrio.
“Te van a confundir con una mexicana y ya verás”: Me han confundido con muchas cosas, pero nunca han tenido dudas de que ni yo ni mi acento éramos mexicanos. Y no he sentido ninguna xenofobia contra mi persona (todavía). He oído tópicos sobre los españoles (el más reciente preguntándome si me había costado adaptarme a trabajar todo el día sin tener break para la siesta), pero ni es el primera vez que me pasa, ni será la última.

No saben dónde está España y no tienen ninguna cultura general: Mmmm… Puede que sean un poco UScéntricos, pero suelen saber que España está en Europa. No puedo culparlos de que no sepan situarla exactamente en el mapa. Pero ¿quién puede culparlos? ¿Cuántos sabéis situar Michigan? ¿O incluso New York? ¿O Moldavia?! (y este último está en Europa). Pues eso.

REALIDADES

La gasolina está tirada de precio: Y es algo que me consuela. Aunque también es verdad que la mayoría de mis impuestos están destinados a librar todas esas guerras en países que no sabemos situar en el mapa para asegurar los precios tan baratos de la gasolina.

Una gasolinera cerca de Barstow, donde  las ilusiones van a morir.

Le ponen manteca de cacahuete a todo: Bueno…, supongo que no a todo, todo. Pero hacen cerveza con peanut butter, se lo ponen a la carne, y aunque no lo vi en la feria del condado, estoy 100% segura de que se puede freír. Y comen este producto como si fuera el único disponible en tiempos de posguerra. El bacon es un producto también muy presente, pero al ser más universal y menos específico de US no constituye un tópico tan fuerte. Por supuesto, el bacon y la peanut butter también pueden ir juntos, en un sándwich (que también lleva plátano) que al parecer era el favorito de Elvis Presley (y de ahí su nombre, el Elvis sándwich).

Hay donuts y café en todas las reuniones laborales: A lo Twin Peaks. A veces los donuts se sustituyen por cookies, o por bagels y crema de queso, o por pizza. Nada sin grasas saturadas. Por alguna razón, mi capacidad de atención se incrementa mientras mastico, así que supongo que esto no es generosidad si no el resultado de años de investigación gubernamental secreta para incrementar la productividad. Cuánto nos falta por aprender…


Y en general, todo lo que sale en las películas, excepto las abducciones alienígenas (hasta donde yo sé).

To be continued...

Elen

xx







Wednesday 20 July 2016

No aprendí nada de Grey's Anatomy

Una de las mayores alegrías (léase con tono sarcástico) de vivir en los states es la falta total de sanidad pública*.
Después de vivir aquí durante dos años sin caer gravemente enferma ni tener ningún accidente horrible (lo cual es admirable cuando se tienen en cuenta todos los factores), he decidido familiarizarme con el sistema sanitario en caso de que la suerte y el karma dejen de ajuntarme.

Primero os voy a explicar las opciones de seguro sanitario que nos ofrecían en el trabajo:
Opción A: pago de una cuota de $100 al mes, para luego, cada vez que vayas al médico pagues a medias con el seguro (o el porcentaje correspondiente que no recuerdo con exactitud). En general, una consulta “normal” eran $25, una de emergencia (creo recordar) eran $50, pedir una ambulancia te costaba $500, y así todo. Me decían que era la mejor opción en caso de tener dependientes (i.e. descendencia y esas cosas) o enfermedades crónicas (no es lo mismo? Ja ja, festival del humor). En cualquier caso, no mi situación.
Opción B: pago de una cuota de $50 mensuales, y cuando vayas al doctor pagas el precio normal íntegro de tu bolsillo, hasta el tope (lo que en España llaman franquicia y en inglés “deductible”) de $1500. Cuando alcanzas ese tope, la leyenda dice que el seguro cubriría el 100% de los gastos médicos (o según qué cosas, el 80%). Pero asumo que eso ocurre en un mundo ideal, y que en la realidad tendrás que rellenar decenas de impresos para demostrar que lo que sea que te ocurrió no era una “condición preexistente” (que no eres defectuoso de serie) o alguna desfachatez similar. Lo bueno de esta opción es que mi trabajo, al mismo tiempo, nos ingresa en una cuenta para gastos médicos (controlado, no te lo puedes gastar en birra) unos $60 al mes.
Aviso: los números son aproximados, porque no me acuerdo muy bien ni me apetece mirarlo para informaros con abrumadora exactitud.

"Lo mejor de ser doctor es ayudar a la gente a cambio de ingentes cantidades de dinero".


Después de una crisis de estrés y muchas conversaciones con varios compañeros de trabajo, me decidí por la opción B y rezar (nota: aunque apostates no se te prohíbe rezar) para no acabar con una repentina apendicitis (o similar) antes de tener $1500 en la cuenta de gastos médicos. Hasta ahora, ha funcionado.



Pero reflexionando hace poco sobre el hecho de que si algo ocurriese no tengo ni idea de qué hacer ni un médico al que ir si un día me despertase con, digamos, una fiebre de esas que te hacen ver cosas derritiéndose en las paredes, pensé que sería bueno aprovechar uno de esos “servicios incluídos” en el seguro y elegir un médico de cabecera que me extienda las recetas, llegado el caso. Así que elegí un doctor octogenario de las inmediaciones para comenzar mi travesía por el fabuloso mundo de la asistencia médica privada estadounidense.




Mi doctor es menos enervante.


Hacía que no iba a una revisión médica rutinaria desde el último estirón (que debió de ocurrir por los años del Wannabe), así que resultó ser todo un revival. El bueno del doctor me dió una autorización (o un volante?) para ir a un laboratorio de por allí cerca a sacarme sangre y mear en un vaso. Al llegar a dicho laboratorio me informaron de que mi seguro no me cubría la totalidad de esas pruebas rutinarias, lo cual me pilló por sorpresa, pero no mucha. Lo que fue de risa fue cuando pregunté por el precio que me iban a cobrar y me dijeron que NO SABÍAN. Al parecer, los precios varían dependiendo de muchos factores. A saber: que tengas o no seguro, que dicho seguro sea PPO (que es lo que yo tengo y aún no tengo muy claro lo que es) o no se qué otra opción, que hubiera luna llena el día que firmaste el contrato y cosas así que se escapan al entendimiento humano normal. En mi ignorancia e incapacidad para entender la dinámica del negocio pregunté qué ocurriría en caso de que la factura fuera exorbitada, puesto que no fueron capaces ni de proporcionarme una estimación. ¿Tiraban la sangre y no hacían las pruebas ante la insolvencia del cliente/paciente?, ¿hacían las pruebas igual y guardaban los resultados hasta que fueras capaz de pagar?, ¿enviaban un sicario a tu casa?... Me dijeron que ellos hacen las pruebas que el doctor pide, independientemente de tu capacidad económica o condiciones del seguro, envían los resultados al doctor y luego me mandan la factura y depende de mí el pagarlo.

COMO SEA.


"La mejor parte es cuando me dan mi dinero". 

Me sonó muy despiadado, a ultimatum chungo. Después de que me pincharan varias veces en los dos brazos (en parte porque nunca me encuentran la vena del derecho), me fui de allí azotada ante la despiadada realidad y pensando que quizás fuera una buena idea montar un laboratorio clandestino en el cuarto de las escobas de mi complejo de apartamentos y cobrar todas estas pruebas muy baratas, sin intermediarios ni seguros. Convertirme en algo así como la heroína anónima de las pruebas diagnósticas. De momento no he desarrollado la idea en profundidad, pero la he puesto en la lista de alternativas laborales, justo por detrás de ninja y recolectora de nueces.


Esto ha sido un simple análisis de sangre rutinario, pruebas que en realidad podría hacer yo misma en el laboratorio (DIY!). No sé cuánto me van a cobrar, pero lo que es peor, me ha hecho pensar en la realidad del sistema, en lo cruel que debe resultar en las familias sin demasiados ingresos y diversas enfermedades. Si no tienes dinero, no te queda otra que morirte. Los sacrificios a los dioses del siglo XXI. Sabía que era una putada de sistema, sabía que era caro todo lo que el seguro no cubra (por ejemplo, quedarse embarazada con mi seguro, en su opción familiar, viene a costar $5000 de tu bolsillo), lo que no sabía es que te chuleaban sin decirte ni el precio de las pruebas que vas a hacerte.
Por eso es tan normal cruzarse la frontera y tener médico en Tijuana. He conocido a mucha gente que opta por eso ante la imposibilidad de afrontar las facturas médicas. Y no os estoy hablando de gente por debajo del umbral de la pobreza. De hecho, hace poco un muchacho me contó cómo una operación de rodilla que a este lado de la frontera le hubiera costado decenas de miles de $, le salió por un precio mucho más asequible conduciendo una hora hacia el sur y adentrándose en el sistema sanitario mexicano. Todo esto por recomendación de su doctor estadounidense, el cual le llevó en coche amablemente hasta la consulta de su homólogo mexicano. Otro tipo de business, me imagino, que consiste en derivar a tus clientes/pacientes insolventes estadounidenses hacia la consulta mexicana. Y todos “contentos”.

Así que supongo que de momento me seguiré aplicando la técnica de rezar y de “ir por lo segao”. Si no, ya os enviaré mi link de crowdfunding.

"Si te mato, no pagas". Siento el exceso de referencias de los Simpsons, pero son la vida misma.



Love, Elen

PS: Estoy sanísima.

*Alegraos y sentíos orgullosos del sistema sanitario español.