Monday 31 August 2015

Bleed American

Un caballero de la East Coast me ha hecho notar que mi blog (aunque hilarante) exuda cierto sentimiento de que US no mola nada. Al parecer, mis agudos comentarios denuestan US. Y eso no es, para nada, mi intención (nótese que no estoy usando sarcasmos en este caso). Pero como el caballero tiene barba, me tomo en serio sus comentarios, aunque de un tiempo a esta parte todo el mundo sabe que el abuso del vello facial ha hecho que pierdan mucho del respeto que en realidad se merecen.
En definitiva, he decidido escribir este post prescindiendo de cualquier comentario que pueda sonar agresivo-pasivo en contra de US (probablemente no lo consiga, pero la intención es lo que cuenta). Porque si pensáis que lo odio o me disgusta, estáis muy equivocados. Si he aguantado un año y tengo pensado quedarme (con mis altibajos) será porque me gusta. Digo yo.

Por qué amo US of A, pero más concretamente, San Diego. Por orden de preferencia:

  1. La música. No hay suficientes palabras para explicar lo que significa la música para mí. Siempre me las he apañado para ir a conciertos de bandas locales allá donde viviera, pero aquí en San Diego es increíble. INCREIBLE. Bandas que llevo escuchando muchos años, aquí tocan en bares con capacidad para 100 personas, por menos de $20… Es algo que hace que todas las penurias asociadas a ser una inmigrante desubicada merezcan la pena. Un miércoles cualquiera, viendo a una de mis bandas favoritas, con otras 50 o 60 personas, entre las cuales se incluían el guitarra de Drive like Jehu (que la mayoría ni conoceréis, pero imaginaos que vais a un bar a ver una banda local y os encontráis a alguno de vuestros ídolos de adolescencia tomándose una birra a vuestro lado. He intentado hacer una analogía con algún grupo peninsular, pero solo se me ocurrían Los Piratas, Bunbury y otra peña a la que aborrezco profundamente). Ir a tomar unas enchiladas y sangría a un garito mexicano y que este sonando The Dillinger Escape Plan. Ir al estreno de documentales sobre la escena en San Diego y en California, y que anden por allí algunos de los que aparecen en dicho documental, como si nada. Que anuncien un concierto gratuito de un cantautor que viste hace años, en una de tus cafeterías favoritas de San Diego, con un público que no llegaba ni a 25 personas. Soy una romántica y me gustan los conciertos en sitios oscuros con poca gente.
  2. La playa, las palmeras y el buen tiempo: Aquí no hay estaciones. Hay una especie de neblina que se apodera de la ciudad en junio (aunque este año duró hasta mediados de agosto), que podríamos decir que es el invierno de San Diego, porque han sido los días que más “frio” he pasado. Quiero decir que tuve que ponerme una chaquetita por la noche. En diciembre también hubo algún día que hizo algo de frio (15°C, quizás?). Las playas son enormes y poder mirar el océano Pacifico todos los días, un privilegio. Me encanta la playa, ir sola, echarme en la arena y leer un libro mientras escucho música. Pocas cosas me dan más tranquilidad y bienestar que eso (véase punto 1). Y aquí podría hacerlo todos los días si quisiera. Los atardeceres de San Diego son de los mejores que he visto en mi vida. Ni las Islas Cíes, oyisti? Aquí el cielo tiene otro color y el horizonte es diferente. Tendríais que verlo para entenderme.
  3. La gente. No sé vosotros, pero yo ni recuerdo la última vez que una persona aleatoria fue amable conmigo en España. Aquí todo el mundo te mira a la cara cuando se cruza contigo por la calle y hasta te sonríen! A veces incluso te dan los buenos días (la primera vez que me ocurrió, casi me explota la cabeza). Igualito que en esos pueblinos donde los únicos residentes permanentes son dos paisanos y cuatro paisanas que tienen a todo el mundo controlado y saben perfectamente quién va y quién viene y con qué fin (ríete tú de la CIA). Vayas a donde vayas, si vas sola, alguien se parará a charlar contigo. Es verdad que muchas veces son gente un poco extraña, pero eso lo achaco a mi habilidad natural y genéticamente heredada de mi madre de atraer solo gente inestable. Muchas veces son gente normal que te hace el día un poco más agradable. Otras veces es gente que te cuenta historias muy inverosímiles o intentan que te conviertas a su religión. De una manera u otra, hacen el día a día más curioso. También tengo que decir que es probable que mi gente favorita es la que no ha nacido y crecido en San Diego. Por alguna razón, los locales hacen gala de un abrumador individualismo que yo, personalmente, no se manejar ni entender. Supongo que así se aseguran no tener que dar explicaciones a nadie cuando hacen los que les sale del toto.
  4. Los eventos que hay a todas horas en todos los sitios. Y en contra de lo que podáis creer, muchas veces son gratuitos, con lo que lo único que tienes que apañar es tu medio de transporte. Exposiciones, ferias, conciertos, grupos de gente que se junta para hacer cosas aleatorias como yoga al atardecer en la playa, clases de baile, intercambios de idioma… Y a fuerza de salir y hacer cosas y participar en dichos eventos, actividades o lo que se tercie, se va conociendo gente porque, volviendo al punto 3, aquí todo el mundo está abierto a conocer gente nueva y a charlar (seguramente porque todo el mundo está muy, muy solo. Pero eso es otro tema totalmente aparte). Cierto es que cuesta cogerles el punto, porque parecen tan cercanos y abiertos que resulta hasta sospechoso. Pero una vez entiendes las reglas del juego, hay que tomárselo todo a la californiana: con tranquilidad. Cosa que se me da FATAL, en realidad.
  5. Y por último y aunque suene a completa banalidad, todo es como en las películas, y por lo tanto, una fuente inagotable de risión. Todos los personajes que hayáis visto en las películas más disparatadas, salidas de las entrañas del mismísimo Hollywood, existen. Por muy absurdos y surrealistas que parezcan, os aseguro que ahora mismo están paseándose por alguna calle de California. Y es que el dicho de que “la realidad supera a la ficción” aquí cobra mucho más sentido.

Claro que no todo el monte es orégano. También hay muchas cacas de cabra. Como en todos los sitios, vivir en San Diego, en USA, tiene sus cosas malas, pero casi todas esas cosas malas vienen derivadas del abrumador sistema capitalista que domina. Que sí, que Europa también es capitalista, por supuesto. Pero aquí es distinto, me parece mucho más inverosímil vivir con poco dinero, las clases sociales me parecen mucho más obvias y divididas, la sociedad crea más “necesidades innecesarias” que en cualquier otro sitio en el que haya vivido y lo peor de todo desde mi punto de vista, todo el mundo sueña con hacerse rico. Ese es el denominador común de la mentalidad que hay aquí. Y a mí eso me da un poco de pena. Pero parece que a ellos no les importa.

Al final no sé si he conseguido aclarar mi amor por San Diego o he hecho justo lo contrario. Al fin y al cabo, son las relaciones tormentosas las que hacen que la vida sea más divertida.

Voy a seguir leyendo a Emma Goldman en la playa y amando San Diego.

Elen

1 comment:

  1. 0. Las nueces. Siempre desde pequeña a mi me ha gustado mucho de comer las nueces, me gusta como saben aunque están un poco duras, y aquí en San Diego hay mucha nuez, nueces de california. El problema es que con el sol se te puede quemar la nuez, y por eso la gente usa gorras. Pero a mi me gustan las gorras, me gusta de verlas y de ponerlas, tengo una naranja.

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