A punto he
estado de, en lugar de escribir una nueva entrada para el blog, hacerme un
video al puro estilo “discurso del rey en Nochebuena”, pero al final, entre lo
dejada que soy y que me he mordido el
labio comiendo un pretzel relleno de
manteca de cacahuete, he pasado.
No os voy a
mentir, no hay mucho que contar. Y es que meterse en el espíritu navideño
cuando vives en un sitio donde las temperaturas no bajan de los 17°C y la gente,
por defecto, va vestida como si volviera de la playa… pues es mas bien difícil.
Eso sí, en mi barrio, las decoraciones en las casas rozan el estilo epiléptico.
Por supuesto, en la foto no se aprecia, pero todas esas luces parpadean.
La navidad en mi barrio o donde los duendes de Santa Claus vienen de after. |
He
visto pistas de hielo falso y he visto coros de villancicos por ahí, pero aún
no han venido a mi puerta a pedirme el aguinaldo. Y de verdad espero que no lo
hagan, primero porque no soy fan de darle dinero a la gente por cantarme
canciones de trasfondo cristiano y segundo, porque en mi barrio últimamente
están pasando cosas dignas de estudio por la Fringe Division (como mi madre
esta analogía no la habrá pillado, voy a abstenerme de tranquilizarla).
Así que aquí
estoy, con menos espíritu navideño de lo normal (que ya suele ser muy poco,
pero sin llegar a niveles del grinch) pero encantada porque hace sol. A pesar de todo, la cena de Nochebuena se desarrolló con
normalidad aunque nadie me preguntase si tengo algún “refresquín” (novio en el
lenguaje abuela) ni brindase con Gaitero. Pero comimos gambas. Y aunque no me
lo esperaba, recibí unos cuantos regalos por correo de personas a las que adoro,
que se merecen una cesta de cachorritos y mucho amor por haber hecho de mis
primeras navidades fuera de casa, menos deprimentes. El día de Navidad lo
disfruté viendo por enésima vez Love Actually y bebiendo vino californiano y
café con ponche de huevo (que creí que era una guarrada que yo me había
inventado pero al parecer ya se le había ocurrido a Starbucks antes). Por la noche me fui a cenar con una familia judía muy simpática, así que yo
diría que lo más navideño que hice ese día fue ver la película de Richard
Curtis.
Hoy me fui a
pasear y contemplar el atardecer desde el templo mormón de La Jolla. Lo mejor
de todo es que me encontré un avión de juguete en el suelo y que tuve la
oportunidad de hablar con Sister Mary y Elder Michael (los nombres me los estoy
inventando para proteger las identidades de estos mormones de Arizona que se
encontraban de misión en el templo de La Jolla a las 5pm del 28 de diciembre).
Intenté que me explicasen su religión pero la idea principal que le saqué a
Elder Michael es que ser católico es erróneo, que su libro es mucho mejor que
la biblia y que construyen templos. Esto último parecía ser importante a juzgar
por el número de fotos que me enseñó de templos alrededor del mundo. De Sister
Mary lo único que averigüé es que quiere ir a España de vacaciones.
Templo mormón de San Diego |
Elder Michael
me mostró fotos de dónde bautizan a los muertos, algo parecido a un spa. Al
parecer, se dedican a escarbar en la genealogía de cada uno para bautizar a sus
muertos, así que tened cuidado, porque aunque no estéis metidos en esta movida,
puede que vuestra alma acabe siendo mormona porque vuestro tataranieto decida
convertirse a esta religión. Por supuesto, me preguntó que de qué religión era
yo, y creí más conveniente decirle católica que explicarle que soy atea por si
acaso comenzaba a rociarme con agua bendita. Y es que ser ateo en este país
tiene connotaciones muy negativas, casi equiparable a visitar una clínica de planificación
familiar gratuita.
En resumen, no
creo que me convierta y una a la Church
of Jesus Christ of Latter-Day Saints o Movimiento de los Santos de los Últimos
Días, como lo llaman en español según Google (amén). Parece un club demasiado
elitista, Elder Michael me dijo que no puedo entrar al templo pues sólo los
miembros lo tienen permitido. Pues que les cunda. Yo me voy a casa a tomarme un
carajillo American-Christmas edition (con ponche de huevo, vaya).
El Belén mormón |
Feliz Navidad y
Feliz Año Nuevo, amigos. Pronto os contaré cómo es Nochevieja en California, si
es que merece la pena ser contado. O si sobrevivimos al intento de mi roommate de encender la caldera de gas.
Elen
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