He
pensado bastante en cómo plantear este post, en el supuesto de que mi madre
(como es costumbre) lo lea, para que no resulte más alarmante de lo que
realmente es.
En
primer lugar, tengamos en cuenta que EE.UU. es un país muy grande con mucha
gente, y San Diego es una ciudad muy grande, con una confluencia de gente muy
variopinta que viene de muchos sitios, por razones muy diferentes. O sin razón.
He tenido la suerte de escuchar las historias de algunas de esas personas tan variopintas,
que por la razón que sea, han coincidido conmigo en el espacio y tiempo. Esto
no significa que estas personas, cuyas estrambóticas historias voy a pasar a
describir, sean mis amigas. De hecho, la mayoría de las veces se ha limitado a
una sola y única interacción y no hay nada que temer. Pero es que algunas
historias son demasiado buenas como para no compartirlas.
Todas
las historias son originales de oriundos de California.
Sujeto
1: ¿os acordáis de MySpace? Yo sí, pero no lo utilizaba para lo mismo que lo
usó este sujeto en su día. Al parecer, mucho antes de que tuviéramos Tinder,
había gente que ya utilizaba las redes para ligar. Yo, que soy una mojigata, la
usaba para escuchar música y buscar las letras de las canciones que escuchaba.
Sujeto 1, que por aquel entonces estaba en la High School y tenía unos 16 años,
entabló una hermosa relación con una muchacha de Pennsylvania que le
correspondió. Pero solo durante un tiempo, pues al parecer la relación comenzó a
ser un tanto tortuosa cuando ella empezó a mostrar signos de hastío vital
(vamos, que estaba hasta el co*o de todo). Se conoce que después de unas
semanas o meses de relación virtual la muchacha de Pennsylvania dejó de dar
señales. Sujeto 1, comprensiblemente preocupado, intentó a través de todos los
medios que tenía al alcance (me imagino que teléfono e internet) conocer el
paradero de su cyber-novia, sin demasiado éxito, hasta que un buen día alguien
que se identificó como la madre de la muchacha de Pennsylvania le respondió al
teléfono para contarle que la susodicha se había suicidado.
Imaginaos
que a la tierna edad de 16 te dicen que la chica a la que virtualmente amas se
ha suicidado. Es como para encerrarte en tu cuarto a escuchar Laura Paussini en
bucle. El hermano mayor de Sujeto 1, que es una excelente persona y tenía un
poco más de experiencia en lo que era la vida, decidió indagar para acabar
descubriendo, a través de una hábil maniobra que incluyó perfiles falsos de
MySpace, que la chica de Pennsylvania seguía viva y maravillosamente bien. Sin
embargo, esta noticia llegó demasiado tarde a Sujeto 1, que en honor a su dama
falsamente desaparecida había decidido (tras el visto bueno de la seguramente
también falsa madre de la muchacha) hacerse un tatuaje en memoria de su amada,
en el antebrazo, con la fecha de su falsa muerte.
Hace
seis años de este episodio, pero Sujeto 1 sigue llevando ese tatuaje, cuya
historia te cuenta reticentemente cuando ya lleva unos chupitos de tequila
encima y admite, de forma muy poco convincente, que quiere currarse un cover
para deshacerse de él y olvidar ese fatídico momento en el que decidió honrar a
una no-muerta. Hasta donde yo sé, el tatuaje sigue tan visible como cuando le
conocí.
Sujeto
2: al contrario que en el caso del Sujeto 1, de esta historia me enteré de
forma paralela al googlear el nombre real de Sujeto 2. Lo único que os puedo relatar
es que, al más puro estilo hollywoodiense, este individuo hace 13 años decidió
que era un plan sin fisuras robar el furgón blindado del que era conductor
legal, huir a México y gastarse los 3 millones de dólares en margaritas.
Desafortunada y previsiblemente, el plan no funcionó y le cogieron (según las
noticias, porque testigos le vieron en múltiples ocasiones pagar bebidas con
billetes de $100. Eso es ser sutil y lo demás mierda). No hubo violencia y
desconozco cuál fue la pena. Pero sabemos que ahora ya no trabaja para la
compañía del furgón blindado.
Sujeto
3: probablemente una de las personas más entretenidas. Tiene más historias para
compartir que un abuelo veterano de la guerra. Estas historias abarcan temas
desde que a los 11 años un grupo de neo-nazis le pegó una paliza que le hizo
necesitar cirugía en la rodilla o que hace unos meses un vecino cabreado se
dedicó a conducir a lo largo de su calle disparando una semiautomática. Ahora
su valla tiene agujeros de bala, que parece que es lo que realmente le molesta
y no el hecho de poder acabar muerto por salir a la puerta de su casa a recoger
las cacas de su perro. No se preocupen, no somos vecinos.
Sujeto
4: de este no retengo ninguna historia en concreto porque dejé de escucharle
bastante rápido. Pero el espacio y el tiempo en el que coincidimos fue cuando
este delirante individuo creyó, según sus propias palabras, que me había
salvado la vida de un pobre indigente que solo intentaba estirar las mantas que
tenía en el suelo para poder echar un sueño. Sujeto 4, sin embargo, interpretó
ese movimiento como un ataque a mi indefensa persona y se autoproclamó héroe
del día cuando intentó convencerme de que realmente me había salvado la vida.
La que me la salvó fue mi amiga que convenientemente apareció por allí
desviando la conversación por otros derroteros. Probablemente después del
“incidente”, Sujeto 4 actualizó su Instagram con alguna prueba de valor y
coraje por su hazaña.
Hay
más sujetos para incluir en un post como este. Pero mejor dosificarlo. Además
me queda aún tiempo aquí y quién sabe lo que me deparará el futuro.
Viva
la gente, la hay donde quiera que vas.
Elen
Sujeto 2: https://k33.kn3.net/taringa/5/4/0/6/F/1/vagonettas/DD4.gif
ReplyDeleteJajajaja totalmente
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