Wednesday 11 May 2016

Viva la gente

He pensado bastante en cómo plantear este post, en el supuesto de que mi madre (como es costumbre) lo lea, para que no resulte más alarmante de lo que realmente es.

En primer lugar, tengamos en cuenta que EE.UU. es un país muy grande con mucha gente, y San Diego es una ciudad muy grande, con una confluencia de gente muy variopinta que viene de muchos sitios, por razones muy diferentes. O sin razón. He tenido la suerte de escuchar las historias de algunas de esas personas tan variopintas, que por la razón que sea, han coincidido conmigo en el espacio y tiempo. Esto no significa que estas personas, cuyas estrambóticas historias voy a pasar a describir, sean mis amigas. De hecho, la mayoría de las veces se ha limitado a una sola y única interacción y no hay nada que temer. Pero es que algunas historias son demasiado buenas como para no compartirlas.

Todas las historias son originales de oriundos de California.

Sujeto 1: ¿os acordáis de MySpace? Yo sí, pero no lo utilizaba para lo mismo que lo usó este sujeto en su día. Al parecer, mucho antes de que tuviéramos Tinder, había gente que ya utilizaba las redes para ligar. Yo, que soy una mojigata, la usaba para escuchar música y buscar las letras de las canciones que escuchaba. Sujeto 1, que por aquel entonces estaba en la High School y tenía unos 16 años, entabló una hermosa relación con una muchacha de Pennsylvania que le correspondió. Pero solo durante un tiempo, pues al parecer la relación comenzó a ser un tanto tortuosa cuando ella empezó a mostrar signos de hastío vital (vamos, que estaba hasta el co*o de todo). Se conoce que después de unas semanas o meses de relación virtual la muchacha de Pennsylvania dejó de dar señales. Sujeto 1, comprensiblemente preocupado, intentó a través de todos los medios que tenía al alcance (me imagino que teléfono e internet) conocer el paradero de su cyber-novia, sin demasiado éxito, hasta que un buen día alguien que se identificó como la madre de la muchacha de Pennsylvania le respondió al teléfono para contarle que la susodicha se había suicidado.
Imaginaos que a la tierna edad de 16 te dicen que la chica a la que virtualmente amas se ha suicidado. Es como para encerrarte en tu cuarto a escuchar Laura Paussini en bucle. El hermano mayor de Sujeto 1, que es una excelente persona y tenía un poco más de experiencia en lo que era la vida, decidió indagar para acabar descubriendo, a través de una hábil maniobra que incluyó perfiles falsos de MySpace, que la chica de Pennsylvania seguía viva y maravillosamente bien. Sin embargo, esta noticia llegó demasiado tarde a Sujeto 1, que en honor a su dama falsamente desaparecida había decidido (tras el visto bueno de la seguramente también falsa madre de la muchacha) hacerse un tatuaje en memoria de su amada, en el antebrazo, con la fecha de su falsa muerte.
Hace seis años de este episodio, pero Sujeto 1 sigue llevando ese tatuaje, cuya historia te cuenta reticentemente cuando ya lleva unos chupitos de tequila encima y admite, de forma muy poco convincente, que quiere currarse un cover para deshacerse de él y olvidar ese fatídico momento en el que decidió honrar a una no-muerta. Hasta donde yo sé, el tatuaje sigue tan visible como cuando le conocí.

Sujeto 2: al contrario que en el caso del Sujeto 1, de esta historia me enteré de forma paralela al googlear el nombre real de Sujeto 2. Lo único que os puedo relatar es que, al más puro estilo hollywoodiense, este individuo hace 13 años decidió que era un plan sin fisuras robar el furgón blindado del que era conductor legal, huir a México y gastarse los 3 millones de dólares en margaritas. Desafortunada y previsiblemente, el plan no funcionó y le cogieron (según las noticias, porque testigos le vieron en múltiples ocasiones pagar bebidas con billetes de $100. Eso es ser sutil y lo demás mierda). No hubo violencia y desconozco cuál fue la pena. Pero sabemos que ahora ya no trabaja para la compañía del furgón blindado.

Sujeto 3: probablemente una de las personas más entretenidas. Tiene más historias para compartir que un abuelo veterano de la guerra. Estas historias abarcan temas desde que a los 11 años un grupo de neo-nazis le pegó una paliza que le hizo necesitar cirugía en la rodilla o que hace unos meses un vecino cabreado se dedicó a conducir a lo largo de su calle disparando una semiautomática. Ahora su valla tiene agujeros de bala, que parece que es lo que realmente le molesta y no el hecho de poder acabar muerto por salir a la puerta de su casa a recoger las cacas de su perro. No se preocupen, no somos vecinos.

Sujeto 4: de este no retengo ninguna historia en concreto porque dejé de escucharle bastante rápido. Pero el espacio y el tiempo en el que coincidimos fue cuando este delirante individuo creyó, según sus propias palabras, que me había salvado la vida de un pobre indigente que solo intentaba estirar las mantas que tenía en el suelo para poder echar un sueño. Sujeto 4, sin embargo, interpretó ese movimiento como un ataque a mi indefensa persona y se autoproclamó héroe del día cuando intentó convencerme de que realmente me había salvado la vida. La que me la salvó fue mi amiga que convenientemente apareció por allí desviando la conversación por otros derroteros. Probablemente después del “incidente”, Sujeto 4 actualizó su Instagram con alguna prueba de valor y coraje por su hazaña.

Hay más sujetos para incluir en un post como este. Pero mejor dosificarlo. Además me queda aún tiempo aquí y quién sabe lo que me deparará el futuro.

Viva la gente, la hay donde quiera que vas.

Elen








2 comments:

  1. Sujeto 2: https://k33.kn3.net/taringa/5/4/0/6/F/1/vagonettas/DD4.gif

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