Tuesday 21 April 2020

Nobody Expects the Coronavirus


Nunca hubiera adivinado que volvería a revivir el blog para contaros cómo vivimos aquí, en San Diego, el confinamiento, o más conocido como shelter in place.

Llevamos ya más de un mes, en el que teóricamente se nos insta a quedarnos en casa. Sin embargo, las pautas que nos han dado son más abstractas que una pintura de Pollock, lo cual deja mucho sitio a la libre interpretación. En general, y a buen entendedor, podemos salir de casa para ir a comprar lo esencial, que para un buen californiano incluye aguacates, cocktails para el brunch, cerveza artesana, y kale. Y siguiendo la inexplicable moda mundial, papel higiénico (confieso no haberlo visto en las estanterías de mi supermercado aun). También podemos ir a por medicinas, pero eso es totalmente secundario.

En California, como en cualquier otro lugar del mundo, hay mucho gilipollas. Ya sea por falta de información, o porque creen que están por encima del bien, del mal, y de las infecciones víricas, mucha gente ha interpretado la “social distancing” (o el mantener siempre una distancia de 6 pies o casi 2 metros con otras personas) como un concepto utópico que no les aplica. Así es que nos encontramos con diferentes tipos de especímenes (inteligentemente bautizados covidiotas por una cuenta aleatoria de Instagram) que a su manera nos están jodiendo a todos. Tras semanas de estudio, he concluido que se les puede clasificar en las siguientes categorías*:

  1. Gente que en su puta vida ha salido a correr, o a pasear por el simple placer que representa, ahora sale una docena de veces al día, y corre 5 millas diarias. Realmente, eso está permitido siempre y cuando se haga individualmente o en pareja (asumiendo que es la persona con la que vives y que no estas quedando con tus citas de Tinder pa darte una vuelta). Suelen hacerlo sin máscara ni ningún otro tipo de protección. Así los jadeos son más espeluznantes.
  1. El que cree que visitar a sus suegros, es decir, ir a casa de otra persona, no representa ningún riesgo porque son de la familia y luego suben fotos #stayathome. Empiezo a pensar que el virus es posible que afecte las capacidades cognitivas de la gente.
  1. Los que quedan para hacer un picnic con otras 12 personas, y luego cuando reciben una multa se indignan, porque el parque y la playa es de todos.
  1. Los que su mayor preocupación en San Diego es que vuelvan a abrir las playas para que puedan volver a hacer surf. Imagínate la vida sin surf. Menos mal que aún les queda kale…
  1. Los “cuñaos”. Desafortunadamente no hay un término apropiado en la lengua inglesa para describir a aquellos que se transforman en auténticos expertos en virología, epidemiologia, uso del PPE (Personal Protective Equipment, es decir, máscaras, guantes, etc…).
  1. Los conspiranoicos. A falta de Iker Jiménez, aquí tenemos al individuo de a pie que no sigue ninguna pauta porque el virus no existe, o es una conspiración para abandonar a nuestros mayores y reducir la población anciana, o lo ha creado el hombre y ya hay una cura que en algún momento nos darán (todo teorías que he oído de esos a los que he bloqueado en Instagram).



En los últimos días, todos estos gilipollas han encontrado apoyo entre ellos y han salido a la calle bien juntitos a manifestarse, y a confundir derechos constitucionales con la protección de la salud pública. En el fondo me dan pena, porque ser tan ajeno al sentido común tiene que doler, aunque sea figuradamente…

Dejando de lado momentáneamente el sarcasmo, en general parece que la gente respeta las normas y en San Diego en particular los hospitales ni están saturados ni el número de muertes es exorbitado a día de hoy.

Personalmente, trato de salir de casa lo menos posible. Principalmente por la ira incontrolable que me causa ver a alguno de los especímenes de gilipollas que he descrito hace unas líneas. Pero de otra forma, e intentando verle el lado positivo a una situación de mierda, he empleado mi tiempo en cosas que es posible no hayan aportado nada a mi vida:    
  • He tejido cualquier complemento doméstico que se te pueda ocurrir.
  •  Por fin he visto Los Soprano. Bueno, me faltan dos capítulos pero estoy harta de la terapeuta de Tony, de New Jersey, y de las palabras italianas aleatorias. Sobrevalorada.
  • He alcanzado nivel master en Pilates.
  • He perfeccionado el protocolo de hacer croquetas alcanzando un nuevo récord de n° de croquetas/minuto.
  • Me he acabado uno de los libros insufribles de Greg Graffin sobre sociología, y he empezado a leer la biografía de NoFX que es la actividad menos intelectual que he hecho en mi vida.
  • Domino todas las plataformas de reuniones virtuales, incluyendo Google Hangouts.
  • He vuelto a tocar el bajo y nos dedicamos a hacer versiones de Smashing Pumpkins y Placebo, porque los 90 ahora parecen la mejor época de la historia.
  • He empezado (por 3ª vez en mi vida) un cursillo para aprender Python – ya os adelanto que para acabarlo voy a necesitar 4 cuarentenas consecutivas, o cadena perpetua.
  • También teletrabajo, pero eso es lo que menos alegría me da.


IMPORTANTE: si durante la cuarentena no has hecho nada, no te has cambiado de pijama, te has duchado lo justo para no quedarte pegado en el sofá, no has hecho pan de hogaza, ni has aprendido un idioma, ni has hecho crossfit en casa levantando a tu mascota o el bidón de agua, NO PASA NADA. Bastante has hecho respetando la cuarentena y no autoclasificándote en una de las categorías de gilipollas. Gracias, de corazón.

En realidad casi deberíamos pensar en la suerte que tenemos que esto nos ha pillado en plena era tecnológica en la que podemos comunicarnos constantemente, sin tener que recurrir a palomas mensajeras, y existen Netflix y equivalentes. Lo que no vimos venir es que la realidad superaría a cualquier episodio de Black Mirror.

Os dejo con un vídeo educacional para acabar. Suerte a todos.

Elen



 *las categorías van todas con el número 1, porque no hay forma de hacer ranking. Todos los grupos son igual de estúpidos.