Thursday 18 May 2017

Por amor al arte

Últimamente, a pesar de mi ajetreado horario de científica sumida en un caótico sistema basado en la imparable carrera por conseguir financiación antes de que el gobierno decida que mejor rezamos o bailamos para contentar a los dioses, he conseguido hacer tiempo para seguir con mis actividades de educación y divulgación científica.
No os voy a engañar. Me comprometí hace meses a varios eventos de los cuales me fui arrepintiendo gradualmente a medida que las fechas se acercaban: presentación en español (que al final acabé dando en inglés) para un programa de inclusividad del museo de ciencias, charla en inglés - ojo, sin PowerPoint - para un amplio grupo bastante monocromático interesado en cómo la ciencia básica está resolviendo el Alzheimer y el Parkinson, un par de mañanas en coles del condado para enseñar a críos de entre 10 y 14 años lo que es el ADN y lo que hacemos con él en el laboratorio, un par de artículos en blogs de ciencia incluyendo Nature, y la participación como invitada a un panel de Mujeres en Biotecnología para contarles a 300+ alumnAs de High School de la zona de San Diego que aunque seas mujer, aunque hables otro idioma, aunque no hayas nacido en USA o en alguna ultrapotencia mundial, puedes llegar a hacer lo que te salga del toto (desde un punto de vista estrictamente profesional). Todo esto sumado a mi lucha personal por acabar el proyecto por el que realmente me pagan (con $).

Y es que al final era eso lo que pensaba: ¿Me compensa tanta actividad voluntaria divulgando la ciencia que tanto sudor y sangre nos cuesta si ni siquiera me pagan en sandwiches mixtos y/o saladitos como a Alaska (minuto 1:05)? Por supuesto, huelga decir que lo hago encantada y de manera totalmente altruista sin esperar nada a cambio, a pesar de que mi frase anterior denote lo contrario. Sin embargo, no todo ye guapo y a veces tengo que lidiar con gente que en realidad debería estar pescando, haciendo macramé, leyendo libros sobre Jackson Pollock o viendo documentales de la BBC.

En general, nadie intenta pasarse de listo ni apretarme las tuercas, pero sí que he tenido en coantadas ocasiones homeópatas, naturistas, chamanes y gente que se ha leído un artículo en la Wikipedia entre el público, los cuales disfrutan añadiendo comentarios sobre lo positivo que es ponerle algo de orégano (o lo que sea que usan) a la quimioterapia para hacer MÁS efectivo el tratamiento y deshacerte de ese tumorcillo, u oyentes que con el poder de sus smartphones y Google de repente saben más que yo de neurociencia, tema central de mi vida durante estos últimos 7 años. No me molestan especialmente, pero el tira y afloja para no confundir al resto de la audiencia es ligeramente tenso. El lado bueno es que resulta ser un ejercicio excelente de paciencia, saber estar y contención, cualidades que yo desconocía poseer.

Sin embargo, y a pesar de la alarmante falta de sandwiches mixtos y saladitos, todas mis experiencias compensan cuando al final de la charla se acercan a mí para darme las gracias por lo que hago o para desearme suerte en nuestra gesta científica. Cuando alguien ha aprendido la diferencia entre los tipos celulares que tenemos en el cerebro, por qué la dichosa ciencia básica es tan importante, o cuando una alumna de 11 años te envía una carta que te emociona tanto como el último capítulo de la segunda temporada de Grey’s Anatomy (aunque a un nivel diferente), todo tiene sentido y presta asgaya.

Querida Dr Elena:
Gracias por enseñarme y ayudarme durante el ejemplo de gel de electroforesis. Me inspiraste más para convertirme en científica. Tu carrera como neurocientífica y microbióloga es exactamente lo que quiero hacer con mi futuro. Intentaré ir a tus clases en el Reuben H Fleet centro de ciencias los primeros sábados de cada mes. Una de las cosas que más me inspiró es saber que una chica consiguió un doctorado y un trabajo en STEAM (Science Technology Engineering Arts and Math). Todo el mundo me decía que no tenía muchas oportunidades de llegar a ser una científica o una doctora porque normalmente prefieren contratar a hombres en lugar de a mujeres. Pero eres la prueba viviente de que una mujer puede tener una carrera en STEAM y ser doctora. Muchas gracias por todo lo que hiciste, incluso aunque parezca que no hiciste mucho, hiciste un montón por una niña con un gran sueño. Como me dijiste, no dejaré nunca la ciencia. En serio. Lo prometo.



Me voy a San Francisco. Quizás a la vuelta tenga más historias que contar. O no.


Elen