Friday 20 January 2017

Xmas report

No salió exactamente como lo había planeado. No había planeado que me atacase una gripe como si de 1918 se tratase y que tuviera que tomar antibióticos para la incipiente neumonía que el medico detectó con su oído de elfo y sentido arácnido*. No había planeado tener que pasarme cinco días encerrada en casa, cosa que no pasaba desde que había tenido la mononucleosis hacía 13 años. No había planeado tampoco llegar al record de 41°C de fiebre (105° en Fahrenheit) y mucho menos producir una cantidad de mocos digna de una guardería. A pesar de todo, sobreviví, aunque no haya podido tomar sidra ni pacharán, al menos el hambre no se me quitó. Y la gripe me ha venido muy bien como excusa legítima para no tocar el ordenador ni mirar nada relacionado con el trabajo.

Está claro que California me ha transformado en un ser débil y enclenque. Puede que sea una estratagema del gobierno para destruir el sistema inmune de los residentes a base de semillas chía y kale o cualquier otro de esos superalimentos que nos venden, para así acabar con el problema acuciante del paro y las Green Card.

El viaje de vuelta esta vez incluyó una escala en Oslo, capital de un país donde todo el mundo es muy alto y también parecen vampiros – como todos los escandinavos. Esto de la escalas es un rollo, la gente está cansada, habla idiomas extraños y está demasiado concentrada en ir al duty free. Normalmente yo también me apunto al paseíllo por el duty free, pero con un fin bien diferente del de comprar. Me pruebo varias cremas hidratantes y colonias para intentar quitarme la cara y el olor a zombi podre, técnica que suele empeorar la situación que inicialmente ya era difícil de salvar. En Oslo me compré un sándwich de salmón por lo que al cambio debió costar unos $500. Pero no importa, celebré así mis últimas horas en Europa.

Vistas polarizadas desde la ventanilla de mi asiento del vuelo transoceánico

Volver a la rutina de San Diego ha sido duro: tengo que hacer (otra vez) la declaración de la renta, y en vista de lo mal que me resultó la experiencia del año pasado cuando intenté contratar a un “profesional” para que me la hiciera (nunca te olvidaré, Ron), seguramente me arriesgue una vez más a hacerla por mi cuenta. Voy a tener que volver a leer periódicos para enterarme de las amenazas a las que el nuevo presidente (o POTUS como lo llaman aquí) vaya exponiéndonos. Tengo que volver a encender el piloto automático cerebral para no llorar por dentro cuando me veo envuelta en conversaciones que justifican la posesión de armas o beatifican a Hillary Clinton como si se tratase de Gandhi.

Echaré de menos los cachopos, las croquetas y la tortilla de patatas de mi madre, los colacaos, La Nueva España publicando noticias para desmentir el cambio climático, las Mahous y no tener que debatir sobre el sabor de las IPA a todas horas (beber cerveza sin más), visitar bebés con varias máscaras, al puro estilo Jacko, para evitar esparcir mis gérmenes a seres indefensos (i.e. recién nacidos y perritos). Igual echo de menos hasta los cuñadismos y las señoras que intentan colarse en cualquier fila.

Lastres, Asturias. Prefiero esta playa antes que cualquiera de las que nos enseñaban en los Baywatch.
El Parque de Invierno en Oviedo.
Casa Camacho, uno de los pocos bares de vieyos que no se ha rendido a la moda gluten-free de Malasaña en Madrid, donde pasé escasas horas antes de volver a USA.

En este mes casi se me había olvidado lo entretenido que es vivir en USA. Y una buena noticia es que (¡por fin!) me han ofrecido pagarme por escribir en un blog. No estoy segura de si se referían a pagarme en dinero o en saladitos y sándwiches mixtos como a Alaska, pero sea lo que sea, me gusta. También me han concedido dinero para asistir a una conferencia en Marzo en Ventura, California, que debe ser tan exótico como La Felguera. Por lo menos me darán de comer.



Elen


*normalmente la medicina occidental debería basarse en cultivos y placas u otras pruebas pertinentes para recetar antibióticos. Que luego viene la automedicación, el abuso de medicamentos y las resistencias bacterianas.