Thursday 29 December 2016

San Diego - LA - Copenhagen - Madrid - Oviedo

La alegría de volver a casa por navidad. Esa alegría casi queda eclipsada por la odisea que supone hacer el viaje. Todo empieza en San Diego, donde los vuelos comparativamente son mucho más caros que en Los Angeles, esa ciudad a menos de 100 millas al norte en la que mucha gente cree que vivo. Esa ciudad a la que evito tanto como puedo, pero que luego cuando visito no lo paso tan mal – a no ser que vaya a Hollywood, que es el peor sitio del universo y es insalvable, como ya he repetido en ocasiones anteriores. El transporte público ya sea dentro de la misma ciudad o entre pueblos contiguos apesta o es inexistente, por lo que el periplo de ir desde San Diego a LA en otra cosa que no sea en coche, es poco menos que inconcebible. Así que alquilé un coche para hacer la ruta de ensueño en la que siempre, siempre hay tráfico, aunque conduzcas el día de Acción de Gracias a las 6pm – cuando todo el mundo se supone que debería estar en coma post-pavo. La combinación de autopistas I-5 y I-405 norte te brindará no solo con trafico si no con conductores cuya principal actividad es hacerse selfies, asegurando así un nivel de conducción irresponsable digno del GTA.
Lo de los coches de alquiler está bien, son relativamente baratos y sin duda llevan menos tiempo y agotamiento psicológico que tomar un bus – además, por supuesto, no existe un transporte directo de San Diego a LAX (aeropuerto internacional de LA). El problema es que la falta de familiarización con el modelo de coche me hizo tener que LEERME LAS INSTRUCCIONES para saber dónde estaba el botón mágico que abría el maletero o el depósito. Mi vida está llena de emociones inesperadas.
Ya en la ciudad de LA, lo primero que hice una vez en el aeropuerto ya facturada y pasada la línea de seguridad – la cual fue asombrosa y anormalmente rápida y libre de contratiempos – fue gastarme $30 en un burrito de pescado de lo más mediocre y una cerveza que seguramente era una PBR (NdT: equivalente de Mahou en USA) pero re-etiquetada como algo mas fancy. Gracias, LAX. Encima todo me dio gases.
Lo guapo era la escala de 5h, que al final se quedaron en 4 muy justas, que me esperaba en el aeropuerto de Copenhagen. Pensaba ir paseando atravesando un polígono industrial hasta el acuario, que al parecer se encuentra a 20 minutos a pie. Pero al llegar a la capital danesa, la oscuridad y el frío me quitaron la idea. Estaba segura de que si me aventuraba a ir al acuario acabaría asesinada por algún vampiro escandinavo, como nos enseñó Let the right one in. En lugar de eso, me senté a leer y escribir (en el WhatsApp). Aprendí que los daneses son muy poco receptivos al humor.
Un total de 20h netas viajando, hora y media de retraso en el primer vuelo, 4h de escala y 4h de espera en LAX, hace un total de muchas horas con la circulación a medias en las piernas. Claro que esto solo me llevó a Madrid, con lo que me quedaban aun varias horas de esparcimiento en la capital patria para acabar cogiendo un tren a las 17h del día siguiente  y dormitar en Renfe hasta que, por fin, llegué a mi antiguo hogar donde me esperaba una tortillaza de patata (y la familia y tal). En total, 41 horas después de haber salido de San Diego.
Sobrevolando Groenlandia.

En realidad, ha sido un viaje bastante aburrido, no he hablado con nadie interesante ni nadie se ha sentado a mi lado para contarme algún trauma infantil. Se nota que estoy viajando en época navideña, ergo los que viajan son potencialmente europeos que vuelven a casa para celebrar y reunirse con familiares con los que no hablan el resto del año. Y es que no os voy a engañar, normalmente los que dan juego y drama son los americanos, que para eso son los dueños y culpables de Hollywood. Espero que el viaje de vuelta tenga más chicha. Por lo pronto, existe la ínfima posibilidad de que me quede tirada en LAX a lo Tom Hanks con la re-entrada a USA vetada, por cierta sospechosa irregularidad a la cual los responsables de inmigración de mi trabajo no le han dado importancia.
Ya os contaré. Por si acaso, llevaré muda limpia y un libro de colorear.

Elen