Thursday 19 May 2016

La apóstata


Praise be Thomas
For fingering the wound
'Cause if he had his doubts
Then perhaps we should too

-Libro de Steve, versículos 12-15.

Esto no ocurrió en California. Pero el proceso definitivo comenzó aquí. 

Apostatar no es tan difícil como quieren hacernos creer. Solo hay que tener un poco de paciencia, ni siquiera requiere tener tiempo libre (os recuerdo que estoy trabajando, no de vacaciones en California). No, en serio. Internet es una herramienta poderosa y la iglesia, seguramente debido a que la media de edad de sus miembros empleados ronda los 70 años, aún no sabe utilizarlo como es debido. No les culpo, yo tengo 30 y ya se me escapan cosas como Snapchat (¿seguís utilizando eso los jóvenes?). Quizás la iglesia le tiene más miedo a internet del que debería (o a lo mejor saben algo que nosotros no). El caso es que a través de Twitter (esa red social que yo utilizo para ganar entradas a shows de striptease masculino) conseguí que el señor sacerdote encargado de estas gestiones comenzase a responder mis e-mails. Firmaba como “El Notario”, por lo que yo me imaginé que sería una especie de superhéroe. Para mi decepción era solo un sacerdote más, vestido con los colores de un panda, su alzacuello, antipático, brusco y con poder legal en gestiones de arzobispado.. Pero yo no necesitaba nada más. En trece minutos mi apostasía, mi abandono legal y oficial de la iglesia, mi herejía, eran reales. Sin duda, este fue el trámite burocrático más rápido de mi vida. Es mucho más difícil darse de baja en la compañía del gas (no es broma) o borrarte de la maldita newsletter de Urban Outfitters (os odio).

Llegué allí con cinco minutos de antelación, pero como no quería agobiar al hombre en cuyas manos estaba mi laico futuro, me fui a dar una vuelta al bloque para ver la catedral (que mejor forma que visitar la iglesia más grande del pueblo para celebrar que la vas a abandonar). Cuando volví allí un portero muy amable me indicó dónde podría encontrar a EL NOTARIO. Cuando llegué al hall, una voz me dijo “¿Es usted doña Elena? Pase por aquí que ya le he empezado a rellenar los papeles para hacer esto lo más rápido posible”. Pensé que qué hombre tan amable y eficiente así que decidí abandonar mi actitud defensiva predeterminada y empezar a sonreír como si me hubiera tomado un gramo de éxtasis. Creo que no le gustó mi actitud positiva, pero no me importó. Estaba a punto de conseguir apostatar y eso ya me valía para hacerme feliz. Me imaginaba que iba a encontrarme un cónclave de los sacerdotes más ancianos y sabios de la comunidad para hacerme una exhaustiva entrevista para averiguar y evaluar mis razones para abandonar la fe, puede que seguida de diez pruebas físicas que demostrasen mi compromiso con la decisión. Para mi decepción, el trámite de trece minutos se redujo a un intercambio de preguntas y respuestas con EL NOTARIO que ni siquiera me dieron espacio para hacer gala de mi ingenio y sarcasmo. Me explicó que una vez apostatase no podría ejercer de madrina, ni ir a comulgar a la iglesia, ni ser enterrada por el rito católico (y que esto debería dejárselo claro a mis familiares y amigos). Creo que había alguna limitación más, pero no recuerdo. Básicamente, renunciaba a todos los sacramentos que había recibido… pero esto tenía truco, porque al parecer aunque apostates seguirás “siendo católico a los ojos de dios pues has recibido el bautismo y a eso no se renuncia”. Bueno, pues mejor, ¿no? Me quedé con ganas de preguntarle cosas sobre el juicio final y si eso me dejaba en lista de espera, o en el purgatorio, o cómo iba la movida… pero al final decidí dejarlo correr (estaba tan cerca de conseguir la apostasía que no quería que EL NOTARIO detectase provocación por mi parte). Me dijo que si quería casarme por la iglesia no habría problema siempre y cuando aceptase la fe de mi marido y la educación católica de mis hijos (yeah, whatevah, dude) y que cuando quisiera, podría volver a formar parte de la happy family que es la iglesia católica, apostólica y romana, siempre y cuando tomase unas catequesis para adultos (¡con lo divertidas que son!) según los sacramentos que quisiera recuperar (menos el bautismo, que eso ya es pa siempre, recordad. O sea que no hace falta mojarse la cabezuca otra vez).

La catedral de Oviedín
Y con esas, me extendió un papel con media cara escrita que tuve que firmar y devolverle. Esto es porque EL NOTARIO iba a enviar al párroco del sitio donde me bauticé (que sigue en pie de puro milagro) dicho documento, para que hiciera la anotación pertinente en mi partida de bautismo, la cual no puede destruirse porque la iglesia, tan austera ella, aprovecha las dos caras de las partidas y por detrás está la de la siguiente pobre alma sin voz que también recibió el bautismo sin que nadie le preguntase (esto es mi suposición, podría haber sido un adulto con plenas facultades mentales el que se bautizó después de mi).
Una vez el párroco firmó dicho papel declarando que había hecho la anotación pertinente en mi indestructible partida de bautismo, me remitieron una copia por correo certificado. Todo esto en menos de una semana.

Mira tú por donde  resulta que la iglesia es el organismo español más eficiente a la hora de tramitar burocracia. Mis respetos.

Ánimo a los que sois tan vagos que ni lo intentáis. Ya veis que no lleva mucho tiempo si sabes a dónde tienes que ir y qué tenéis qué hacer. Estos son los pasos que yo seguí:

1 - Enviarle un e-mail al arzobispado exponiéndoles mi situación: estoy viviendo en USA y quiero apostatar. No redacté ninguna carta exponiendo mis razones ni referenciando la constitución como sugieren en algunas web.
2 - Enviar un tweet al arzobispado diciendo que no recibí respuesta al previo e-mail.
3 - Repetir paso 1 y 2 tantas veces como sean necesarias hasta conseguir una cita personal con EL NOTARIO para llevar a cabo el trámite.
4 - Asistir a la cita con una sonrisa, identificación con foto y partida de bautismo (esta última a mí me la pidió EL NOTARIO a mi parroquia de bautismo por encontrarme en otro país y tener días limitados. Así de amable fue este hombre. Si vosotros no tenéis la partida podéis ir a pedir una copia a la parroquia donde os bautizaron. No digáis para qué es pues tenéis derecho a tenerla. Siempre podéis decirles que es para el regalo de cumpleaños de vuestra abuela, que le hace ilusión a la mujer tenerla enmarcada y así ni os dan la turra ni os ponen impedimentos).
5 - Aguantar estoicamente la charla. Asumo que esto depende del humor que tenga EL NOTARIO.
6 - Firmar y despedirme con un “gracias y que tenga un buen día” para hacer gala de mi saber estar.

Suerte.

Elen

PS: desde que abandoné formal y oficialmente la fe, mi vida no ha cambiado. Sigo soñando por las noches, teniendo aliento y reflejándome en los espejos.

Wednesday 11 May 2016

Viva la gente

He pensado bastante en cómo plantear este post, en el supuesto de que mi madre (como es costumbre) lo lea, para que no resulte más alarmante de lo que realmente es.

En primer lugar, tengamos en cuenta que EE.UU. es un país muy grande con mucha gente, y San Diego es una ciudad muy grande, con una confluencia de gente muy variopinta que viene de muchos sitios, por razones muy diferentes. O sin razón. He tenido la suerte de escuchar las historias de algunas de esas personas tan variopintas, que por la razón que sea, han coincidido conmigo en el espacio y tiempo. Esto no significa que estas personas, cuyas estrambóticas historias voy a pasar a describir, sean mis amigas. De hecho, la mayoría de las veces se ha limitado a una sola y única interacción y no hay nada que temer. Pero es que algunas historias son demasiado buenas como para no compartirlas.

Todas las historias son originales de oriundos de California.

Sujeto 1: ¿os acordáis de MySpace? Yo sí, pero no lo utilizaba para lo mismo que lo usó este sujeto en su día. Al parecer, mucho antes de que tuviéramos Tinder, había gente que ya utilizaba las redes para ligar. Yo, que soy una mojigata, la usaba para escuchar música y buscar las letras de las canciones que escuchaba. Sujeto 1, que por aquel entonces estaba en la High School y tenía unos 16 años, entabló una hermosa relación con una muchacha de Pennsylvania que le correspondió. Pero solo durante un tiempo, pues al parecer la relación comenzó a ser un tanto tortuosa cuando ella empezó a mostrar signos de hastío vital (vamos, que estaba hasta el co*o de todo). Se conoce que después de unas semanas o meses de relación virtual la muchacha de Pennsylvania dejó de dar señales. Sujeto 1, comprensiblemente preocupado, intentó a través de todos los medios que tenía al alcance (me imagino que teléfono e internet) conocer el paradero de su cyber-novia, sin demasiado éxito, hasta que un buen día alguien que se identificó como la madre de la muchacha de Pennsylvania le respondió al teléfono para contarle que la susodicha se había suicidado.
Imaginaos que a la tierna edad de 16 te dicen que la chica a la que virtualmente amas se ha suicidado. Es como para encerrarte en tu cuarto a escuchar Laura Paussini en bucle. El hermano mayor de Sujeto 1, que es una excelente persona y tenía un poco más de experiencia en lo que era la vida, decidió indagar para acabar descubriendo, a través de una hábil maniobra que incluyó perfiles falsos de MySpace, que la chica de Pennsylvania seguía viva y maravillosamente bien. Sin embargo, esta noticia llegó demasiado tarde a Sujeto 1, que en honor a su dama falsamente desaparecida había decidido (tras el visto bueno de la seguramente también falsa madre de la muchacha) hacerse un tatuaje en memoria de su amada, en el antebrazo, con la fecha de su falsa muerte.
Hace seis años de este episodio, pero Sujeto 1 sigue llevando ese tatuaje, cuya historia te cuenta reticentemente cuando ya lleva unos chupitos de tequila encima y admite, de forma muy poco convincente, que quiere currarse un cover para deshacerse de él y olvidar ese fatídico momento en el que decidió honrar a una no-muerta. Hasta donde yo sé, el tatuaje sigue tan visible como cuando le conocí.

Sujeto 2: al contrario que en el caso del Sujeto 1, de esta historia me enteré de forma paralela al googlear el nombre real de Sujeto 2. Lo único que os puedo relatar es que, al más puro estilo hollywoodiense, este individuo hace 13 años decidió que era un plan sin fisuras robar el furgón blindado del que era conductor legal, huir a México y gastarse los 3 millones de dólares en margaritas. Desafortunada y previsiblemente, el plan no funcionó y le cogieron (según las noticias, porque testigos le vieron en múltiples ocasiones pagar bebidas con billetes de $100. Eso es ser sutil y lo demás mierda). No hubo violencia y desconozco cuál fue la pena. Pero sabemos que ahora ya no trabaja para la compañía del furgón blindado.

Sujeto 3: probablemente una de las personas más entretenidas. Tiene más historias para compartir que un abuelo veterano de la guerra. Estas historias abarcan temas desde que a los 11 años un grupo de neo-nazis le pegó una paliza que le hizo necesitar cirugía en la rodilla o que hace unos meses un vecino cabreado se dedicó a conducir a lo largo de su calle disparando una semiautomática. Ahora su valla tiene agujeros de bala, que parece que es lo que realmente le molesta y no el hecho de poder acabar muerto por salir a la puerta de su casa a recoger las cacas de su perro. No se preocupen, no somos vecinos.

Sujeto 4: de este no retengo ninguna historia en concreto porque dejé de escucharle bastante rápido. Pero el espacio y el tiempo en el que coincidimos fue cuando este delirante individuo creyó, según sus propias palabras, que me había salvado la vida de un pobre indigente que solo intentaba estirar las mantas que tenía en el suelo para poder echar un sueño. Sujeto 4, sin embargo, interpretó ese movimiento como un ataque a mi indefensa persona y se autoproclamó héroe del día cuando intentó convencerme de que realmente me había salvado la vida. La que me la salvó fue mi amiga que convenientemente apareció por allí desviando la conversación por otros derroteros. Probablemente después del “incidente”, Sujeto 4 actualizó su Instagram con alguna prueba de valor y coraje por su hazaña.

Hay más sujetos para incluir en un post como este. Pero mejor dosificarlo. Además me queda aún tiempo aquí y quién sabe lo que me deparará el futuro.

Viva la gente, la hay donde quiera que vas.

Elen