Sunday 28 June 2015

Keep it weird

Hace poco (no, algo más de un mes) fue el Memorial Day. Un día que, según la Wikipedia, está dedicado a todos los caídos en guerra, que supongo, no serán pocos. Ese día no se trabaja, y como caía de lunes, pues fue un buen momento para hacerse una escapada. Unos se van a ver secuoyas, otros se van al desierto a disparar latas encima de una valla, otros a pelear con mendigos a Sudamérica… yo me fui a visitar Portland y Seattle.

Fui con las expectativas muy altas, a pesar de que siempre trato de mantenerlas muy bajas (con todo) para evitar decepciones. Y es que todo el mundo me había asegurado que Portland me encantaría porque está lleno de hipsters, bichos raros,  gafapastas, hippies montados en monociclos, perros jugando al póker… Pero en realidad, no vi que la gente fuera más peculiar que en San Diego, un día cualquiera en North Park. Aún así, hay un buen porcentaje de gente pintoresca. Lo mejor de la visita fueron dos cosas: la primera y más importante, ver a la Cris, mi anfitriona, que me enseñó Portland entero a pie en menos de 6 horas (me cansé menos cuando me recorrí 50 km en la cumbre de Orlické Hory en la República Checa) y que me tiñó el pelo de verde. Bebimos mucho café, comimos donuts, bebimos birras, comí muchas cosas vegetarianas/veganas/gluten-free...
Además también me enseñó todo lo que hay que ver en Seattle, la space needle, el muro de chicle, la estatua de Jimmy Hendrix, la casa donde Kurt Cobain se pegó un tiro en la cabeza y el banco donde iba a pensar mientras fumaba porros. Lo esencial.

Y mi excelente anfitriona también me enseñó la segunda cosa que más me gustó: TWIN PEAKS! Sí! Las localizaciones de esa gran serie, repartidas entre tres pueblecillos a unos 40 minutos conduciendo al este de Seattle (North Bend, Snoqualmie y Fall City). Poder tomarme un café y un trozo de cherry pie en el mismísimo diner donde el agente Cooper escuchaba las idas de olla de la mujer del leño o donde Shelley se reía de la histeria de los padres de Laura Palmer durante el funeral, fue maravilloso. Aunque el café sabía a mexu y el cherry pie a diabetes. Puedo decir que el viaje entero mereció la pena por ver en vivo las cataratas con el Great Northern Hotel en lo alto.

Claro que, si no habéis visto Twin Peaks, aparte de no tener criterio, no entenderéis lo significativo de mi visita.

No estoy nada inspirada por el estrés que vengo acumulando de buscar (otra vez) una casa donde vivir. Es realmente agotador tener que hacerse la simpática con agentes inmobiliarios que no saben hacer más que contar billetes y que me dicen que no valgo nada por no tener CREDIT HISTORY (mi peor pesadilla). El capitalismo me está ******** el **** sin piedad.


Así que os dejo unas foticos pa que las disfrutéis. Y ya.

Portlandia 
Más Portland.

Hablando de capitalismo... el primer Starbucks. En el Pike Market Place en Seattle.

El muro de chicles en Seattle.

Skyline de Seattle.

El bueno de Jimmy Hendrix. Seattle.

El trol de Fremont, debajo de un puente en la Troll Avenue (quién lo iba a decir) de Seattle.

Estatua de Lenin en Fremont Place con la 36. Seattle tiene de todo.

Las cataratas que veíamos en Twin Peaks, con el Great Northern Hotel. En Snoqualmie,

El famoso Double R diner de Twin Peaks donde todos iban a comer cherry pie y a ponerse de café hasta el culo. En North Bend.
El puente por el que vimos a Ronette Pulaski caminar desorientada tras escapar de BOB.

Y por último, pero no menos importante, mi cherry pie y mi taza de cafe. Nuestro vecino de mesa se comió su propio peso (calculo que 178 kg) en forma de bacon y patatas asadas.


Xx

Elen