Thursday 19 February 2015

Yo creía que venía a un musical

Me parece que se estrenó la película basada en la aterradoramente mal escrita novela “50 sombras de no sé qué” el viernes pasado. Yo, que tengo una guerra personal con la autora (aunque ella no lo sepa), asumo que la película es, si cabe, peor que el libro, el cual tiene una calidad narrativa equiparable a la Super Pop.

El caso es que, mientras medio mundo se iba al cine para ponerse a tono para San Valentin, esperando ver un pene por aquí o medio pezón por allá, yo me fui a un show de striptease masculino. Ya os lo digo desde ya, vi los mismos penes que los que fueron a ver la peli (spoiler: NINGUNO).
No estaba en mis planes ir a este show. Es más, es algo por lo que nunca he sentido mucha curiosidad, pero gracias a la maravilla de Twitter (otra red social que NO SÉ USAR) conseguí entradas para ese show, creyendo yo en mi bendita inocencia (!), que había ganado entradas gratis para un concierto del grupo pop-rock de turno… Que cuando es gratis, yo no pregunto mucho. Luego cuando quise escuchar alguna canción del supuesto grupo me di cuenta que en realidad eran señores anabolizados que bailan semi-desnudos.


No voy a poner ni pie de foto. La imagen habla por sí misma.

No os diré que no me lo pasé bien, porque me reí sin parar durante la primera media hora. Los pasos de baile consistían básicamente en que enseñaran las nalgas y en hacer movimientos ¿sugerentes? de cadera mientras simulaban golpear algún culo. Parecía surtir efecto en la audiencia… yo es que soy de las que entra en la tienda y necesita tocarlo todo. Las grandes perdedoras de la noche fueron sin duda las 245 (calculo, a ojo) camisetas blancas de tirantes (o sutilmente llamadas en la lengua anglosajona “wife beaters”) que los muchachos tuvieron que destrozar para enseñar sus pectorales y abdominales a las húmedas asistentes. Ellos parecían estar disfrutando. Ellas también. Yo después de los primeros 35 minutos me empecé a aburrir ya que el show es un bucle en sí mismo cambiando de atuendo pero acabando siempre con la rasgada camiseta blanca y ocasionalmente, tapándose el paquete con una mano mientras hondeaban los calzoncillos con la otra. En el punto álgido del show, con todas las féminas gritando más que la madre de Laura Palmer, uno de los “bailarines” vino a frotar sus partes pudendas en mi trasero justo en el momento que me volvía para decirle a mi amiga “si las sufragistas levantaran la cabeza…”. Cierto es que me pilló  por sorpresa, pero no noté que hubiera mucha mercancía por ahí abajo.


Aquí ya se había rasgado la camiseta.

Sinceramente, estando en un lugar como San Diego, en el que el 70% de los hombres entre 20 y 35 años de ciertos barrios están igual de anabolizados y semi-desnudos que los del show (y los puedes mirar gratis) no entiendo muy bien porque alguien se gastaría $50 en tal cosa, pudiendo gastártelos en, qué sé yo,… tarros de nutella, que por lo que tengo entendido son un reemplazo a lo que cuenta la inglesona en su libro de las 50 sombras.

Lo peor del show: el whiskey de la casa que me tomé, que tenía el mismo sabor que se te queda en la boca horas después de haber vomitado un big mac.


Lo mejor del show: que fui gratis. Y a caballo regalado… 

Luv. Elen